¿Quién eres tú, Francisco I? ¿Por qué me sorprende tanto verte? ¿Por
qué es tanta la expectativa a tu alrdedor? ¿Qué es lo que vas a hacer?
¿Vas a trabajar?
Todas las mañanas, cuando llevo a mi hermana a la escuela, rezamos un
Padrenuestro y luego un Ave María. No conozco muchas más oraciones, y
de hecho, son esas las que más nos gustan, por su sencillez y su
universalidad. Las puede rezar cualquiera.
Por eso, hoy que estaba en mi casa, viendo al nuevo Papa, sentí algo muy
extraño cuando escogió rezar exactamente lo que yo, y millones de
católicos rezamos a diario. Sentí algo muy extraño cuando me di cuenta
que el nuevo Papa me estaba haciendo orar, no sólo gritar o vitorear su
nombre. Sentí algo muy extraño cuando me pidió que yo, lo bendijera y
pidiera por él, al igual que mis demás hermanos, antes incluso de darme
la bendición. Sentí algo muy extraño al verlo salir sin tantos adornos,
sencillo, con gestos no de celebridad, sino de siervo. Con una sonrisa
que esconde tantos años de trabajo.
Y vaya, que hoy, sentí que a mis 23 años, cuanto me hace falta trabajar.
Bienvenido Francisco, a una Iglesia que está en crisis, pero que lo
ha estado desde el primer día que fue instituida y que lo estará hasta
el día que se termine el mundo. Bienvenido a un mundo que te atacará,
lleno de gente que no piensa como tú, y gente que odia lo que tu crees.
Bienvenido a un pueblo que te juzgará, inclusive dentro de tu misma
casa. Bienvenido al trabajo.
Hoy Francisco, quiero trabajar contigo. Quiero seguir tu ejemplo,
quiero quitarme mis adornos y salir por el balcón a servir a la gente.
Quiero lanzarle una sonrisa al mundo. A los que esperan mucho de mí,
poco, o nada, quiero servirlos a todos. A los que no opinan como yo,
quiero servirlos. A los que he lastimado o lastimaré, quiero servirlos.
Quiero trabajar contigo desde mi hogar, en las cosas que puedo hacer
desde hoy. No quiero imponer mi opinión religiosa, quiero compartir la
verdad: que todos somos hermanos. Que el amor, nos ama. Que ese amor es
un Padre.
Hoy Francisco, quiero ser el último en la fila. Quiero ser el del
último lugar del estacionamiento, y el último en servirse de comer.
Quiero poder superar mis miedos y vencer mis malos hábitos, pero además
quiero pasar desapercibido. Quiero que la gente se de cuenta que mi
Iglesia no está para conquistar al mundo, sino para servirle. Quiero que
Evangelizar a todos los pueblos, se traduzca en caridad para todas las
naciones.
Y se que tú trabajarás conmigo. Se que no estoy sólo porque el
representante de mi Iglesia se despertará todos los días muy temprano
para trabajar. Se que orarás y contemplaras, y al mismo tiempo actuarás.
Se que te haces de cocinar todos los días. Se que viajabas en metro en
tu país. Se que naciste de padres humildes. Y se que no flaquearás. Se
que te atacaran, igual que todos los días nos ataca nuestra pena cuando
decimos ante un público tan tímidamente: ‘somos católicos’.
Hoy salgo de ese balcón y le grito al mundo que soy católico, no
porque quiera presumirlo, y tampoco porque quiera demostrar un punto. Lo
hago porque el mundo necesita que me deje de dar pena decir que voy a
servirlo. Me acordaré que soy católico la próxima vez que me de flojera
hacer mi trabajo. La próxima vez que quiera mentirle a un cliente. La
próxima vez que quiera copiar en un examen. Me acordaré también cuando
en una fiesta ofrezcan droga, esa que a tantas familias destruye. Me
acordaré el día que me asalten, o me secuestren y tenga que perdonar a
los que me ofenden. Me acordaré el día que me insulten o critiquen y
tenga que preocuparme por ellos. Me acordaré que soy católico el día que
ya no quiera ver a mi familia, o el día que prefiera divertirme en
lugar de ir a un evento de mi hermana. Me acordaré que existes tú
Francisco, como tantos antes de ti, que también tuvieron que luchar
contra si mismos. Que también tuvieron que aguantar tanto. Que también
tuvieron que trabajar tanto.
Hoy salgo de ese clóset en el que vivo cada que me da pena compartir un
estado de facebook donde se mencione a Dios. Hoy salgo de esa ignorancia
tan palpable en mi vida donde no conozco nada de mi religión. Hoy me
doy cuenta que no soy católico porque sea el mejor. Hoy me acuerdo que
Jesús vino a sentarse con prostitutas e hipócritas y por eso mismo está
sentado en mi vida.
Hoy Francisco, te agradezco por aceptar el papado, te agradezco que
te rieras. Te agradezco que salieras tan humilde, que te inclinaras para
ser bendecido por tus fieles. Te agradezco que recordaras al Papa
pasado. Te agradezco que hables mi idioma, y que te guste el fútbol. Te
agradezco que hoy, me hayas puesto a rezar un Padrenuestro y un Ave
María. Porque así de sencillo, hoy me has abierto los ojos.
Francisco, a partir de hoy, yo trabajaré contigo.
FUENTE: oehd.wordpress.com/