Hace
más de un año que en nuestras parroquias y capillas se ha comenzado a utilizar
en nuevo Misal romano, en una edición preparada en Argentina, pero vigente para
todo el cono sur (Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile). A lo mejor
muchos no se han dado cuenta del libro nuevo, pero si habrán notado un cambio
en las palabras en el momento de la consagración del vino: del tradicional: “Tomad y bebed todos de él, porque este es el
Cáliz de mi sangre, sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por
vosotros y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.”, ahora se hace un cambio y se dice:”…que será derramada por vosotros y por muchos, para el perdón de los
pecados…”. Aunque ciertamente no es el único cambio del nuevo Misal, no es
el motivo de éste artículo el hacer un análisis litúrgico (o de rúbricas), sino
el de fundamentar bíblica y teológicamente este cambio.
Antes
de analizar el cambio hecho, decir que la edición argentina y de los demás
países del cono sur, aceptaron también el cambio de lenguaje en la consagración
de la fórmula española a la latinoamericana: “tomen y coman…”, “tomen y
beban…”, pero ésta innovación no fue aceptada por la Conferencia Episcopal de
Chile, por lo que se tuvo que hacer una edición propia para Chile.
Pues
bien, volvamos al tema que nos atañe en nuestro articulo. El cambio realizado de
“todos los hombres”, por: “y por muchos”, puede parecer en una
primera impresión como un reducir la salvación universal solamente a algunos,
excluyendo a otros, lo cual podría causar asombro y cierto recelo, al ser
escuchado en contraste con lo anterior. Nos podríamos preguntar: ¿acaso cambió
algo en la teología de la Iglesia, con respecto a la salvación?, porque al pasar
de TODOS a MUCHOS existe una diferencia
en la lengua castellana; pasar de la totalidad a un adjetivo que no implica
sino a una parte, puede prestarse a confusión.
Presentada
la problemática en cuestión veremos, las razones por las cuales se ha llegado a
este cambio en la expresión de la consagración del Vino. La Constitución
Apostólica Missale Romanum[1]
(1969), con la que el Papa Pablo VI promulga el nuevo Misal reformado tras el
Concilio Vaticano II, establece en Latín que las palabras de la consagración
sobre el cáliz son las siguientes: “Accípite
et bíbite[…] qui pro vobis et pro multis effundétur”. No hace
falta saber mucho latín para darnos cuenta que junto al “por vosotros” (pro vobis), dice: “y por muchos” (et pro multis), esto quiere decir que el nuevo texto
del Misal recupera la expresión latina en su correcta traducción. Sin embargo
no nos basta quedarnos sólo hasta aquí, ya que nos interesa ir aún más allá,
hacia nuestra fuente principal: La Biblia.
Los
textos de la institución de la Eucaristía aparecen en los evangelios sinópticos
(Mateo, Marcos y Lucas), y en la primera carta a los Corintios en la teología
paulina (recordemos que en Juan, la institución de la Eucaristía se expresa en
el signo del lavado de pies: Jn 13).
Los textos son Mt 26, 28; Mc 14,24; Lc 22,20; 1Cor 11,25. Es
en los textos de Marcos y Mateo donde se específica que el Cáliz consagrado por
Jesús es derramado por “vosotros y por
muchos”. Veamos el texto de Mateo para seguir nuestro estudio: “…porque ésta es mi sangre de la Alianza, que
es derramada por muchos para perdón
de los pecados”[2].
El texto en griego efectivamente usa el adjetivo pollw◊n (Polon), que significa “muchos”.
Toda esta explicación desde las fuentes nos deja claro que
la innovación litúrgica es correcta, pero no soluciona la dificultad de pensar
que se está excluyendo de la salvación a unos “pocos”. Hay que decir que en el lenguaje semítico[3]
-bajo cuya lógica son escritos los evangelios, aunque nuestros textos
originales sean en griego- cuando usa el adjetivo “muchos, una muchedumbre”, no excluye la idea de totalidad, es decir
a “todos”, esto quiere decir que en
la mentalidad semítica, que no tiene términos absolutos[4]
, cuando se dice: “muchos”, se dice: “todos”. La salvación entregada por
Cristo en la cruz y Resurrección, y que se hace memorial en cada Eucaristía, es
universal y sin exclusión.
[1] Esta Constitución se encuentra al inicio de nuestro
Misales
[2] Traducción de la Biblia de Jerusalén, en su edición
de 1998.
[3] Se entiende por lenguas semíticas, aquella familia de
lenguas del Oriente próximo, donde se incluyen: el hebreo, el arameo y el
árabe.
[4] recordemos que cuando Jesús
le dice a Pedro de perdonar setenta veces siete, no es el resultado de la
multiplicación, sino que quiere decir siempre
Muy interesante y una buena forma de estudio.
ResponderEliminarBENDICIONES.