miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Cómo puedo entender, si nadie me guía en la lectura? (Hechos 8, 31)


A propósito del mes de la Biblia que celebramos en septiembre, transcribo un artículo escrito para el Boletín "Bajo la Lluvia" de la Diócesis de Valdivia. Son algunas líneas en relación a esta fuente fundamental de nuestra fe y que sin embargo decimos desconocer tanto especialmente entre los católicos, pero muchas veces nos quedamos con el diagnóstico de ésta situación, sin hacer más para solucionar esto. El presente artículo sólo pretender dar algunas pistas en el tema bíblico.


Por cierto que para la mayoría de los fieles los textos de los evangelios son los más cercanos y comprensibles, y para quienes asisten más a misas o grupos, las cartas de san Pablo pueden ir cobrando más familiaridad. Pero cuando nos vemos enfrentados a textos del AT e incluso del NT, como el Apocalipsis, ya se nos presentan una serie de dificultades e interrogantes.

Básicamente podemos clasificar las dificultades en tres categorías: ciencias naturales, históricas y morales.

En la primera categoría, se encuentran los típicos (y básicos) problemas entre creacionismo y evolucionismo; que si Adán y Eva o el mono, etc. Bastaría citar el “caso Galileo” del siglo XVI, que fue injustamente condenado por sostener que la tierra giraba en torno al sol y no al revés como se pensaba en su época, por una mala interpretación del texto de Josué 10, 12-14. El aprender que la Biblia contiene una verdad salvífica y no científica libera a tantos creyentes de una problemática que no debería existir. “la hemos creado nosotros con nuestra ignorancia y con la manía de presentar como revelación divina lo que era una simple explicación humana”[1].

En la segunda categoría se encuentran los “errores” de historia que se encuentran en la Biblia. Muchos de estos pasan inadvertidos para la mayoría de los lectores, que no son especializados en historia. Por ejemplo el inicio del libro de Judit (1,1) dice: “el año doce del reinado de Nabucodonosor, que reinó sobre los asirios en la gran ciudad de Nínive”. Sin embargo este rey fue de Babilonia y no de Asiria. El autor busca unir a ambos imperios que representan el mal, en contraposición a la protagonista Judit, que simboliza la causa de Dios, es un texto narrativo con intención religiosa, y no histórica.

Finalmente los problemas morales, los podemos identificar como aquellos acontecimientos que nos chocan, frente a la cultura occidental cristiana y posmoderna del siglo XXI. Encontramos en el AT, narraciones escandalosas, oraciones que reflejan espíritu de venganza u odio, blasfemias. O el texto de 1Reyes 18, 40 en que el profeta Elías degüella a los profetas de baal. Obviamente nos sirven las claves anteriormente expuestas, pero también considerar que son textos profundamente humanos[2], que es también una obra escrita en un contexto histórico particular y que por lo mismo podemos entender mal lo expresado en la Biblia, escandalizándonos de más.

Es por esto que se hace tan importante en nuestro acercamiento a las Sagradas Escrituras, evitar dos extremos que pueden terminar por distorsionar el mensaje que Dios nos quiere transmitir a través de su Palabra: por una parte evitar el fundamentalismo, que por “defender” a Dios cree hasta la última letra de la Biblia, olvidando que para el católico también Dios habla en la creación, en la Tradición de la Iglesia[3], y que el Magisterio está para ayudarnos a una mejor comprensión de la misma Escritura. Por otra parte una lectura demasiado positivista[4], puede llevarnos a pensar que la Biblia, es sólo un conjunto de libros de cuentos, con buenas intenciones. Por eso se hace tan necesario en este tiempo el tema de la interpretación.

Finalmente hay que tener presente a la hora de una buena interpretación de los textos bíblicos, lo que se conoce como el “trípode interpretativo”: lo histórico, lo literario y lo teológico. Como ya hemos visto es necesario tener en cuenta el contexto para comprender algunos aspectos (histórico); También es importante considerar la parte literaria, porque si sabemos el género literario[5] del texto podemos dilucidar algunos de los problemas que surgen en la lectura bíblica; Lo teológico es buscar, considerando lo anterior, el mensaje de Dios en los textos bíblicos para nuestra vida. A este punto es también muy bueno hacer una lectura orante de la Palabra, conocido tradicionalmente como “lectio divina”, que nos ayuda en la profundización espiritual a partir de la Palabra.

Carlos M. Martínez V., Pbro.



[1] SICRE, J.L., Introducción al Antiguo Testamento, Estella 2002, pág. 23.
[2] Recordemos que la Biblia es Palabra de Dios escrita por verdaderos autores humanos, inspirados por el Espíritu Santo. Cf. Dei Verbum 11, del Concilio Vaticano II.
[3] Aunque pareciera para muchos que basta la sola Biblia, hay que recordar que el Canon de los libros inspirados que están en la Biblia fueron determinados por la Iglesia, ya en siglo II como lo testimonia el fragmento Muratorianum. Por eso los evangelios apócrifos y otros papiros posteriores, como el evangelio de Judas (siglo IV), pierden validez como inspirados.
[4] Entendemos aquí “positivista” como la corriente filosófica, que afirma que el único conocimiento verdadero es el “científico”. No confundir con ser “positivo”.
[5] Los géneros literarios, pueden ser poéticos, proféticos, históricos, epistolares (cartas), narrativos, etc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario