A propósito del mes de la Biblia que celebramos en septiembre, transcribo un artículo escrito para el Boletín "Bajo la Lluvia" de la Diócesis de Valdivia. Son algunas líneas en relación a esta fuente fundamental de nuestra fe y que sin embargo decimos desconocer tanto especialmente entre los católicos, pero muchas veces nos quedamos con el diagnóstico de ésta situación, sin hacer más para solucionar esto. El presente artículo sólo pretender dar algunas pistas en el tema bíblico.
Por
cierto que para la mayoría de los fieles los textos de los evangelios son los
más cercanos y comprensibles, y para quienes asisten más a misas o grupos, las
cartas de san Pablo pueden ir cobrando más familiaridad. Pero cuando nos vemos
enfrentados a textos del AT e incluso del NT, como el Apocalipsis, ya se nos
presentan una serie de dificultades e interrogantes.
Básicamente
podemos clasificar las dificultades en tres categorías: ciencias naturales,
históricas y morales.
En
la primera categoría, se encuentran los típicos (y básicos) problemas entre
creacionismo y evolucionismo; que si Adán y Eva o el mono, etc. Bastaría citar
el “caso Galileo” del siglo XVI, que fue injustamente condenado por sostener
que la tierra giraba en torno al sol y no al revés como se pensaba en su época,
por una mala interpretación del texto de Josué 10, 12-14. El aprender que la
Biblia contiene una verdad salvífica y no científica libera a tantos creyentes
de una problemática que no debería existir. “la hemos creado nosotros con
nuestra ignorancia y con la manía de presentar como revelación divina lo que
era una simple explicación humana”[1].
En
la segunda categoría se encuentran los “errores” de historia que se encuentran
en la Biblia. Muchos de estos pasan inadvertidos para la mayoría de los
lectores, que no son especializados en historia. Por ejemplo el inicio del
libro de Judit (1,1) dice: “el año doce del reinado de Nabucodonosor, que reinó
sobre los asirios en la gran ciudad de Nínive”. Sin embargo este rey fue de
Babilonia y no de Asiria. El autor busca unir a ambos imperios que representan
el mal, en contraposición a la protagonista Judit, que simboliza la causa de
Dios, es un texto narrativo con intención religiosa, y no histórica.
Finalmente
los problemas morales, los podemos identificar como aquellos acontecimientos
que nos chocan, frente a la cultura occidental cristiana y posmoderna del siglo
XXI. Encontramos en el AT, narraciones escandalosas, oraciones que reflejan
espíritu de venganza u odio, blasfemias. O el texto de 1Reyes 18, 40 en que el
profeta Elías degüella a los profetas de baal. Obviamente nos sirven las claves
anteriormente expuestas, pero también considerar que son textos profundamente
humanos[2],
que es también una obra escrita en un contexto histórico particular y que por
lo mismo podemos entender mal lo expresado en la Biblia, escandalizándonos de
más.
Es
por esto que se hace tan importante en nuestro acercamiento a las Sagradas
Escrituras, evitar dos extremos que pueden terminar por distorsionar el mensaje
que Dios nos quiere transmitir a través de su Palabra: por una parte evitar el
fundamentalismo, que por “defender” a Dios cree hasta la última letra de la
Biblia, olvidando que para el católico también Dios habla en la creación, en la
Tradición de la Iglesia[3],
y que el Magisterio está para ayudarnos a una mejor comprensión de la misma
Escritura. Por otra parte una lectura demasiado positivista[4],
puede llevarnos a pensar que la Biblia, es sólo un conjunto de libros de cuentos,
con buenas intenciones. Por eso se hace tan necesario en este tiempo el tema de
la interpretación.
Finalmente hay que tener presente a la hora de una
buena interpretación de los textos bíblicos, lo que se conoce como el “trípode
interpretativo”: lo histórico, lo literario y lo teológico. Como ya hemos visto
es necesario tener en cuenta el contexto para comprender algunos aspectos
(histórico); También es importante considerar la parte literaria, porque si
sabemos el género literario[5]
del texto podemos dilucidar algunos de los problemas que surgen en la lectura
bíblica; Lo teológico es buscar, considerando lo anterior, el mensaje de Dios
en los textos bíblicos para nuestra vida. A este punto es también muy bueno
hacer una lectura orante de la Palabra, conocido tradicionalmente como “lectio divina”, que nos ayuda en la profundización
espiritual a partir de la Palabra.
Carlos M. Martínez V., Pbro.
[1] SICRE, J.L., Introducción al Antiguo Testamento,
Estella 2002, pág. 23.
[2] Recordemos que la Biblia es Palabra de Dios escrita
por verdaderos autores humanos, inspirados por el Espíritu Santo. Cf. Dei
Verbum 11, del Concilio Vaticano II.
[3] Aunque pareciera para muchos que basta la sola
Biblia, hay que recordar que el Canon de los libros inspirados que están en la
Biblia fueron determinados por la Iglesia, ya en siglo II como lo testimonia el
fragmento Muratorianum. Por eso los evangelios apócrifos y otros papiros
posteriores, como el evangelio de Judas (siglo IV), pierden validez como
inspirados.
[4] Entendemos aquí “positivista” como la corriente
filosófica, que afirma que el único conocimiento verdadero es el “científico”.
No confundir con ser “positivo”.
[5] Los géneros literarios, pueden ser poéticos,
proféticos, históricos, epistolares (cartas), narrativos, etc.
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